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miércoles, 20 de enero de 2010
Nosotros los idiotas
Nosotros los idiotas
Tiempo atrás, Eduardo Urcuyo, en su programa de televisión entrevistó al ex Presidente de Perú, Alejandro Toledo. En dicha entrevista, refiriéndose a los empresarios latinoamericanos, el ex mandatario peruano mencionó que la democracia es negocio, pues conlleva al progreso económico y, por ende, el aumento de los ingresos de la población. Recalcó que la democracia es un negocio rentable que los empresarios no han percibido correctamente.
Obviamente, al aumentar los ingresos de los ciudadanos, crece la capacidad adquisitiva del mercado, la población puede comprar lo que necesita, los negocios crecen y nos beneficiamos todos, dándose un círculo virtuoso de prosperidad.
Hoy no se cuestiona que la mitad de los latinoamericanos viven en la pobreza, que los salarios mínimos de la región en algunos casos son hasta en un 2,000 por ciento inferiores al de los norteamericanos y canadienses y que el ingreso per cápita es también hasta un 3,000 por ciento inferior al de esos países desarrollados del norte.
Las empresas latinoamericanas elaboran planeamientos estratégicos, se dedican a la venta y al mercadeo de sus productos; la mayoría de ellas tienen sofisticadas gerencias de mercadeo, manejadas por hábiles profesionales que continuamente están midiendo las aptitudes, los gustos y las preferencias de los consumidores que conforman el mercado. Crean los productos que el mercado requiere, realizan análisis de la elasticidad de la demanda y despliegan todas las pericias del buen comercio, pero, no parecen estar conscientes de que el potencial más importante para las empresas es el segmento del mercado que vive en niveles de pobreza.
Si los empresarios tenemos negocios rentables vendiendo en un mercado en que la mitad de la población tiene severos problemas de ingresos, contrario sensu, si el mercado no tuviera esas limitaciones de ingresos, las empresas venderían más y los negocios serían aún más rentables. Pero no nos dedicamos al desarrollo de la democracia a como deberíamos, aunque sea buen negocio como expresó el señor Toledo.
Si no actuamos para obtener ese lógico, natural y potencial negocio, ¿será porque somos unos idiotas? Pareciera que algo hay de ello. Veamos: el significado de la palabra idiota viene del griego idio (propio) e idiotez era el término por el cual los antiguos griegos llamaban a los ciudadanos que, como tales, poseían derechos, pero que no se ocupaban de la política de su polis, es decir, eran personas aisladas que ignoraban los asuntos públicos, sin nada que ofrecer a los demás y vivían obsesionadas por las pequeñeces de su casa y sus intereses privados.
Quizás, al conocer la etimología de la palabra idiota se nos haga más fácil comprender la frase que nos legó Platón hace mas de dos mil años: “Una de las consecuencias negativas de rehusar a participar en la política es que usted termina siendo gobernado por sus inferiores”. Esto parece cumplirse en la mayor parte de los países latinoamericanos.
También ayuda a entender mejor la frase que nos legó el ex presidente norteamericano John F. Kennedy, quien en su discurso de toma de posesión dijo al pueblo: “Y así mis compatriotas, no pregunte lo que el país puede hacer por usted, pregúntese lo que usted puede hacer por su país”. Esta frase refleja el espíritu de colaboración ciudadana que tiene ese desarrollado país. Quizás, también, estas reflexiones expliquen aquellos deseos que una gran mayoría de latinoamericanos tenemos de colaborar en la política para ayudar al desarrollo de nuestros países.
El desarrollo de una empresa próspera no es un regalo, es el resultado de la visión del empresario, del trabajo constante del equipo de trabajo, del esmero en satisfacer las necesidades del mercado, es dedicación de día a día, de todo el tiempo.
Todas las sociedades prósperas tienen un sistema democrático desarrollado, que tampoco es un obsequio, y que, también, es el resultado de la visión de sus líderes y del trabajo constante de sus miembros.
Los humanos que, a su vez, logran crear empresas prósperas y sociedades prósperas lo logran gracias a que sus ciudadanos ejercen la libertad a plenitud. En Latinoamérica todavía prevalece lo que Germán Arciniegas dijera hace medio siglo: “Latinoamérica todavía se debate entre la libertad y el miedo”. Pareciera que la falta de libertad es idiotez.
Alfredo González Holmann
La Prensa, Nicaragua 14-01-08
http://archivo.laprensa.com.ni/archivo/2008/enero/14/noticias/opinion/237062.shtml
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