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lunes, 5 de diciembre de 2011
Lucio Anneo Séneca
Lucio Anneo Séneca (Latín: Lucius Annæus Seneca), llamado Séneca el Joven (4 a. C. – 65) fue un filósofo, político, orador y escritor romano conocido por sus obras de carácter moralista. Hijo del orador Marco Anneo Séneca, fue Cuestor, Pretor, Senador del Imperio Romano durante los gobiernos de Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón, además de Ministro, tutor y consejero del emperador Nerón.
Séneca destacó tanto como pensador e intelectual, así como político. Consumado orador, fue una figura predominante de la política romana durante la era imperial, como uno de los senadores más admirados, influyentes y respetados, siendo foco de múltiples enemistades y benefactores, a causa de este extraordinario prestigio.
De tendencias moralistas, Séneca ha pasado a la historia como el máximo representante del estoicismo romano, en una etapa tan turbulenta, amoral y anti ética como lo fue la plena decadencia imperial, de la etapa que vivió, estoicismo y moralismo que al final, lo llevaron a acabar con su propia vida.
FRASES CELEBRES DE LUCIO ANNEO SENECA
La mayor rémora de la vida es la espera del mañana y la pérdida del día de hoy.
En tres tiempos se divide la vida: en presente, pasado y futuro. De éstos, el presente es brevísimo; el futuro, dudoso; el pasado, cierto.
Importa mucho más lo que tú piensas de ti mismo que lo que los otros opinen de ti.
Un hombre sin pasiones está tan cerca de la estupidez que sólo le falta abrir la boca para caer en ella.
No nos atrevemos a muchas cosas porque son difíciles, pero son difíciles porque no nos atrevemos a hacerlas.
La ira: un ácido que puede hacer más daño al recipiente en la que se almacena que en cualquier cosa sobre la que se vierte.
El lenguaje de la verdad debe ser, sin duda alguna, simple y sin artificios.
Largo es el camino de la enseñanza por medio de teorías; breve y eficaz por medio de ejemplos.
La amistad siempre es provechosa; el amor a veces hiere.
¿Preguntas qué es la libertad? No ser esclavo de nada, de ninguna necesidad, de ningún accidente y conservar la fortuna al alcance de la mano.
El primer arte que deben aprender los que aspiran al poder es el de ser capaces de soportar el odio.
El colmo de la infelicidad es temer algo, cuando ya nada se espera.
El que no quiera vivir sino entre justos, viva en el desierto.
Si me ofreciesen la sabiduría con la condición de guardarla para mí sin comunicarla a nadie, no la querría.
Jamás se descubriría nada si nos considerasemos satisfechos con las cosas descubiertas.
Igual virtud es moderarse en el gozo que moderarse en el dolor.
La naturaleza nos ha dado las semillas del conocimiento, no el conocimiento mismo.
Merece salir engañado el que al hacer un beneficio, cuente con la recompensa.
Teméis todas las cosas como mortales y todas las deseáis como inmortales.
¡Estudia! No para saber una cosa más, sino para saberla mejor.
Tan grande como la turba de los admiradores es la turba de los envidiosos.
Es tan grande el placer que se experimenta al encontrar un hombre agradecido que vale la pena arriesgarse a hacer un ingrato.
Mostrarse asustado sin motivo aparente es dar a conocer que se tiene razón de temer.
No os espante el dolor; o tendrá fin o acabará con vosotros.
No es pobre el que tiene poco, sino el que mucho desea.
El trabajo y la lucha llaman siempre a los mejores.
Lo que has de decir, antes de decirlo a otro, dítelo a ti mismo.
Lo que las leyes no prohíben, puede prohibirlo la honestidad.
La recompensa de una buena acción está en haberla hecho.
Los que saben mucho se admiran de pocas cosas, y los que no saben nada se admiran de todo.
La vida es como una leyenda: no importa que sea larga, sino que esté bien narrada.
El pobre carece de muchas cosas, pero el avaro carece de todo.
Considera las contrariedades como un ejercicio.
No hay nadie menos afortunado que el hombre a quien la adversidad olvida, pues no tiene oportunidad de ponerse a prueba.
La voluntad es la que da valor a las cosas pequeñas.
El hombre más poderoso es el que es dueño de sí mismo.
Existe el destino, la fatalidad y el azar; lo imprevisible y, por otro lado, lo que ya está determinado. Entonces como hay azar y como hay destino, filosofemos.
No hay cosa más fuerte que el verdadero amor.
Decir lo que sentimos, sentir lo que decimos, concordar las palabras con la mente.
En la adversidad conviene muchas veces tomar un camino atrevido.
Para saber algo, no basta con haberlo aprendido.
Los deseos de nuestra vida forman una cadena, cuyos eslabones son las esperanzas.
Los hombres aman sus vicios y al mismo tiempo los odian.
El favor consiste no en lo que se hace o se da, sino en el ánimo con que se da o se hace.
Un hombre inútil es gravoso al estado, en que se pesa el mérito de los miembros por la utilidad que de ellos se saca.
No podemos evitar las pasiones, pero si vencerlas.
No existe ningún gran genio sin un toque de demencia.
No hay árbol recio ni consistente sino aquel que el viento azota con frecuencia.
Lo que de raíz se aprende nunca del todo se olvida.
Sin estudiar enferma el alma.
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