lunes, 1 de octubre de 2012

Emociones y Sentimientos



Emociones y Sentimientos

Cuando escuchamos estas palabras podríamos pensar que se tratan de manifestaciones pertenecientes al comportamiento humano sin más y que, de algún modo, nos acompañan toda la vida en nuestros vínculos interhumanos.

Síntomas de nuestra interioridad y adaptación al medio, que modifican nuestro estado de ánimo e influyen en la de toma de decisiones.

Desde que un gran neurocientífico como el Dr. Antonio Damasio y su esposa, también neuróloga, comenzaron a estudiar la biología de la conducta humana, muchas novedades pusieron en tela de juicio estas simplificaciones.

Tras estudiar personas que, por enfermedades o accidentes, perdieron partes vitales de su cerebro, desarrollaron una teoría de un alcance científico espectacular.

Según estos estudios las emociones y sentimientos condicionan y modifican cada pensamiento y acción. En “El error de Descartes”, su primer libro al respecto, invierten aquel enunciado cartesiano de “soy luego siento” por “siento luego soy”.

El sustrato anatómico y funcional del procesamiento de las emociones se asienta en el cerebro más antiguo de la evolución que es el Rinencéfalo , un área muy primitiva necesaria para la supervivencia . El Rinencéfalo y los circuitos y núcleos nerviosos que regulan los procesamientos emocionales contienen el sistema límbico.

En la evolución filogenética de las especies se va diferenciando y complejizando este sistema, de modo que los animales, a medida que avanzan en su desarrollo, manejan emocionalmente mejor sus instintos , se organizan y protegen más eficazmente y establecen mejores vínculos con sus pares. Así las emociones parecieran ser los ladrillos de la formación del instinto de supervivencia.

Con cada emoción que un animal percibe desde su nacimiento se va estructurando la conducta y la posterior capacitación para su subsistencia. Asumimos que los animales tienen emociones básicas y desarrollan respuestas adaptativas condicionadas por sus experiencias vivenciales.

La emoción es en sí un estado físico donde el organismo se “posiciona” para la lucha, la huida, la cópula o la alimentación. Así es como logran que sus sistemas vegetativos se preparen, en fracción de segundos, a sus músculos, su piel, tubo digestivo , aparato reproductor, etc. para la siguiente acción. De la velocidad de adaptación y reacción a estos estímulos el animal puede ser presa de su predador, elegir o no una hembra o un macho para reproducirse o conseguir un alimento para subsistir.

¿Qué ocurre en nuestra especie?

Las emociones , como a nuestros primos antecesores, nos ponen en guardia y en milésimas de segundo nos producen una respuesta física en el sistema vegetativo pero en menor escala . Los núcleos nerviosos encargados de este proceso son las amígdalas cerebrales. Todas las percepciones exteriores son analizadas por estos centros y derivados tanto al sistema vegetativo (la respuesta física que mencionamos recién) como al hipocampo para memorizarlo como a la corteza cerebral en un área racional dedicada a las emociones (región paraventral)

En los animales, a falta de racionalización de los estímulos es rápida e intensas sacan las garras , se paran los pelos de la espalda, babean intentan ser más grandes y horripilantes nosotros somos mas sutiles aunque abrimos mas las narinas para respirar mejor, dilatamos las pupilas , nuestro corazón late mas rápido y la sangre se direcciona al aparato muscular y cardiovascular.

Aquí el sistema límbico funciona igual que en los animales, pero nuevas conexiones con el cerebro más moderno permiten que estas emociones no nos desborden. Las emociones pasan a ser racionalizadas y se convierten en sentimientos.

Las emociones procesadas por nuestra mente en áreas cerebrales filogenéticamente mas modernas estarán representadas por sentimientos que nos permitirán actuar de modo más racional.

Luego de esa millonésima de segundo en que nos impresionamos cuando escuchamos rugir a un león nuestro cerebro nos va a serenar y decir “está tras las rejas, nada te puede hacer”.

Vivimos , siempre al compás de nuestras emociones y sentimientos. Cada percepción externa o interna es inmediatamente categorizada por nuestro cerebro y la memoria, el sistema vegetativo y la racionalización se integran para generar una respuesta adecuada.

Dicho de otro modo, una emoción es un cambio que se produce en nuestro cuerpo y un sentimiento es la idea que tenemos de ese cambio. O sea una representación de la emoción.

Nuestra mismidad, la idea que tenemos de nosotros mismos, también es una representación.

¿Cabe entonces separar cuerpo de mente? La mente es producto del cuerpo.

Nuestro cerebro representa estados emocionales incluso ajenos. Cuando vemos a alguien sufrir, sobre todo si es apreciado, sufrimos en consecuencia porque nuestro cerebro representa y nos solidariza con ese sentimiento. El cerebro simula un estado corporal.

Trabajando la representación de los estados corporales se podría llegar a sanar el cuerpo desde el cerebro. Esto abre un inimaginable futuro en la medicina y sicología.

Las enfermedades, tanto físicas como sicológicas, podrán tratarse modificando la mente para que nos ayude. Todos sabemos el poder que la mente tiene sobre nuestra vida. En este tema el Yoga , el Budismo y tantas filosofías trabajan desde hace milenios.

La mente puede atrasar o adelantar el reloj biológico de enfermedades graves.

En 1632 nació en Amsterdan un descendiente de sefardíes portugueses llamado Baruch Spinoza que con elementos propiamente judíos, escolásticos y estoicos desarrolló una teoría donde fusiona a Dios con la Naturaleza y propone que el hombre se libera por medio del conocimiento intelectual. Ya desde la filosofía, como monista, enuncia que el hombre es cuerpo y mente fusionados (a la inversa del dualismo Cartesiano). Concluye finalmente que ser libre es regirse por la razón frente a la sumisión, por ejemplo, a la religión. Fuera de esta posición, avanzada para su época, le ha dejado a las neurociencias un concepto iluminado como es la intima relación entre mente y cuerpo. Esta asociación la desarrolla el Dr.Damasio en su último libro “en busca de Spinoza”.

Nada de lo que hagamos , digamos o pensemos estará libre de nuestros sentimientos y emociones.

En la organización del cerebro emocional obviamente la memoria es el sustrato necesario para este intenso vínculo entre sentimientos , emociones y mente.

Una joven gacela se encuentra adormecida en una llanura , el viento sur del atardecer le acaricia el hocico , su olfato no le delata nada particular, de repente cambia el viento y orienta su cabeza hacia el oeste para otear la nueva brisa. Ha descuidado el otro frente al que solo le presta su oído, con menor alcance. Un ruido de pastos que se quiebran no le llama la atención.

Una gacela más veterana de la misma manada se pone de pié de un brinco al escuchar un ruido desde el sur y junto al resto de gacelas parten a toda velocidad contra el viento. Efectivamente la joven gacela sigue a las otras y la manada se pone a salvo. La joven gacela sabe ahora que ese ruido que no le llamaba la atención es un signo inminente de un predador al acecho. Ha ampliado su base de información e incorporado una emoción de huida ante determinado ruido lejano.

Sin embargo lo que no hara es desarrollar un sentimiento, no lo necesita, solo requiere salvar su vida. Carece de razón y tiempo para analizar esa alarma y su cerebro carece del aparato emocional del ser humano.

En nuestro caso en cambio, ese primer reto humillante de nuestra maestra de primer grado ante nuestros nuevos compañeros nos producirá una emoción y un sentimiento que ya no olvidaremos y condicionará toda nuestra conducta social futura.

Las emociones básicas como la rabia, la tristeza, el miedo, la alegría, el erotismo o la ternura generarán sentimientos más evolucionados como amor, simpatía, altruismo, odio, envidia o solidaridad. Según Damasio la búsqueda y desarrollo de sentimientos positivos sanan la mente y alejan las enfermedades.

Por Dr. Santiago Durán

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