sábado, 1 de enero de 2011

La primera mujer presidenta de Brasil






La primera mujer presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, se comprometió a preservar y profundizar la relación con Estados Unidos y la Unión Europea durante su discurso inaugural en el Congreso ante una gran afluencia de invitados del extranjero y los propios estados brasileños. Además expresó su intención de reforzar los lazos “con los hermanos de América Latina y el Caribe, con los hermanos africanos”.

En política interior los elementos claves del curso de la nueva Presidencia serán “la lucha más obstinada por la erradicación de la pobreza y la creación de oportunidades para todos”, así como la consolidación de la obra transformadora de su predecesor, Luiz Inácio Lula da Silva. Ante la sesión especial parlamentaria, encabezada por el presidente del Senado, José Sarney, la política prometió honrar a las mujeres, proteger a los más frágiles y gobernar el bien común.

El torrencial aguacero que cae sobre Brasilia impidió que la presidenta electa hiciera en un automóvil de lujo sin capota el tramo final de su recorrido hacia el Congreso, donde juró el cargo. Vestida con un traje de falda y chaqueta clara, Rousseff salió en un automóvil oscuro de la residencia que ocupó en los dos últimos meses y debía tomar el Rolls Royce 'Silver Wraith' sin capota de la Presidencia frente a la Catedral de Brasilia para saludar en pie al público apostado en la explanada de los Ministerios, pero un diluvio obligó a las autoridades a cambiar de planes.

La mandataria electa subió al Rolls Royce pero no le abrieron la capota del vehículo, por lo que Rousseff, sentada en el banco trasero, se limitó a saludar a los presentes desde adentro con la mano derecha. En el recorrido desde la catedral hasta el Congreso, la caravana de la mandataria estuvo encabezada por motociclistas y por la caballería de la Guardia Presidencial, mientras que seis mujeres de la Policía Federal, vestidas con blusa blanca y traje negro, corrían al lado del vehículo junto con otros miembros del equipo de seguridad.


La caravana de Dilma Rousseff. © AFP / Mauricio Lima

Los meteorólogos habían advertido de la posibilidad de lluvia en este día señalado en la capital brasileña, pero el sol, que llegó a asomarse hacia el mediodía, dio paso a un temporal justo cuando Rousseff salía de la Granja do Torto, residencia campestre de la Presidencia, hacia la Catedral donde debía iniciarse la solemne ceremonia. Se esperaban unas 20.000 personas en la explanada de los Ministerios para aclamar a Rousseff y despedir al presidente saliente, pero finalmente esa cantidad fue mucho inferior, puesto que la lluvia desanimó a muchos de los que ya estaban en la zona.

En la sede del Parlamento, Rousseff y su vicepresidente, Michel Temer, fueron recibidos por el presidente del Senado y por el titular interino de la Cámara de Diputados, Marco Maia. Congresistas del Partido de los Trabajadores (PT), al que pertenece Rousseff, la recibieron con aplausos y coros de: "Olé, olé, olé, olá, Dilma, Dilma".

A la ceremonia asistieron los jefes de Estado de Bolivia, Colombia, Chile, El Salvador, Guatemala, Guinea Bissau, Uruguay, Paraguay, Perú, República de Guinea, Surinam y Venezuela, así como el príncipe de Asturias, Felipe de Borbón, y la secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton. También estuvieron presentes el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abbás, los primeros ministros de Portugal, José Sócrates; de Corea del Sur, Kim Hwang-Sik, y de Bulgaria, Boiko Borísov.

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